“Fui al taller de Edmée para escribir relatos anecdóticos. No pensaba en publicar. No pensaba en nada más que en escribir bien, desatorar una voz narrativa bastante retórica a la que llamábamos La gringa, porque no se me entendía nada. Ese fue el logro más grande que tuve con Edmée: hacer de mi voz gringa, una mexicana: una voz propia. A su lado escribí mi primer libro de relatos 54 y después de trabajar juntas durante un tiempo me dijo: Un día vas a decirme aquí está mi novela para que la leas completa. Años más tarde llamé a mi “ticher” para decirle: Terminé mi novela.”

– Teresa Zaga Cohen, autora de La Matchbreaker.