El invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza

Cuando supe del lanzamiento de este libro, dije: auch, no quiero leerlo. Esa misma tarde, mi dedo ya había picado el botón y todas sus hojas me esperaban en la tableta de lectura; dos días después respiré profundo el dolor de las hermanas favoritas para cuya separación no hay consuelo; las hermanas y sus misterios. Nunca es tarde para encontrar la palabra precisa y dar voz a las historias, para abrir las heridas que necesitan curarse, para buscar justicia. Si hay un lugar donde el tiempo no es lineal es en el arte: las cosas siempre están sucediendo; una y otra vez, cada vez que se mira una pintura, se escucha una pieza o se abre la página de un libro estamos en ese presente, siempre a tiempo. Este libro es un canto al amor filial, un testimonio sobre el duelo, la denuncia de un feminicidio, la falta de lenguaje, la injusticia, la necesidad de no callar. Aquí suceden dos cosas: por un lado, la vida y la muerte de Liliana, que vemos en la voz que escribe en su cuaderno, en los testimonios de los amigos, en su infancia, en el relato de la mañana que dejó de respirar, y por otro, el desvanecimiento del silencio, que durante muchos años fue el protagonista. Así, no solo se da cuenta de un feminicidio, sino de la vida de una joven, su modo de conquistar la autonomía, su liderazgo, su amistad, sus anhelos. Hoy ya existe un lenguaje que puede nombrar lo que sucedió a Liliana, ya está la fuerza de la voz de la autora que, según ella misma, es el centro de su escritura. Este libro es una forma más de hacer y decir en voz alta su última línea: lo vamos a tirar, al patriarcado lo vamos a tirar.

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