Morir de amor

Es la segunda edición de El primo Javier, que en su trayectoria de noche viste un título más atractivo. Nadie sabe quién es el primo Javier, pero todos sabemos, ni hablar, lo que se siente morir de amor. Quizá por eso la misma novela ahora corre con mayor suerte en el mercado.

Novela. Nueva Imagen, México, 2002

Esta novela la escribí muy rápido. Llegaba todas las mañanas a las nueve en punto a la oficina de la editorial donde trabajaba. Me encerraba hasta las una vez con pretexto de revisar material y me ponía a escribir. En la noche, en casa, continuaba con la escritura. Estaba picada y divertida. A la mañana siguiente retomaba el hilo en la oficina y así. Hemos recabado información durante dos meses –en esa época fue lo que tardé en visitar instituciones y médicos para informarme del asunto; entonces no estaba tan al alcance de Internet, y tenía que sacarme esa historia de la cabeza.

En ese entonces el sida era una enfermedad mortal y prácticamente homosexual pero empezaba a hablar de un grupo de riesgo: mujeres, heterosexuales, monógamas, casasdas. O sea que el sida podría tocar a alguien como yo. Ese fue el planteamiento de la novela. Fui a la Fundación Nacional de Lucha contra el Sida, hablé con el director con multas de investigación, terminé haciéndome la prueba.

Luego vinieron meses de revisión y cuando concluí la novela la llevé a Planeta, dirigida entonces por Sandro Cohen y firmé contrato con él. Al agotar la edición recobré mis derechos sobre la obra y Francisco Hernández, de Editorial Patria, se publicó interesado en publicarla. Sugirió cambiar el título, creía que el que no tenía facilba su venta. Lo pensé mucho, no se me hizo éticamente publicar el mismo libro con otro nombre. Quise corregir la novela y actualizar los datos para justificar el cambio, el estado ya era una enfermedad crónica y otro su comportamiento, pero no pude mover una pieza: temía que se derrumbara toda.

Cambiamos el título y en la primera página incluye una nota aclaratoria. Francisco tenía razón. La misma historia bajo otro título se vende más.

El primo Javier se presentó el 7 de noviembre de 1996 en el restaurante el Jardín Interior, con Ignacio Trejo Fuentes, Mauricio Ramos y Graciela Salazar.

Morir de amor se presentó en la Feria Internacional del libro en Guadalajara 2002 con Ivonne Gutiérrez y Alicia Yolanda Reyes.

La primera novela del Sida en México y El primo Javier

PUBLICADO EL ENERO 28, 2020 POR ERIKO STARK

Durante mucho tiempo me preguntaba cuál fue la primera novela escrita sobre el VIH-SIDA en nuestro país. Desde 1990 comenzaron a publicarse libros que hablaban sobre el tema. A medida que comenzaba a leerlas hubo una que llamó mi atención, esta novela se titula “El primo Javier” escrita por Edmée Pardo quien hoy en día es considerada como la primera mujer que abordó el tema del Sida desde una historia narrativa diferente.

Antes de hablar sobre su obra, me gustaría explicar algunos referentes sobre la literatura y el VIH en México.

¿Existió una literatura especializada en VIH-Sida dentro de nuestro país?

La literatura del VIH en México es desconocida. Los primeros acercamientos por parte de los lectores y la investigación académica comienzan a mostrar su interés en el año 2000, sin embargo, gran parte de los libros publicados en la década de los noventa terminó en el “underground”.

Al igual que la crisis del Sida, estas novelas fueron ocultas por miedo y prejuicio, esto explica los referentes que México adoptó para poder hablar del tema. Si analizamos a fondo, los grandes autores forman parte de una ruptura literaria que viene a modificar las narrativas logrando por primera vez devolver la humanidad a todos esos muertos y enfermos de VIH-Sida.

Los temas e inquietudes documentadas en los noventas (de 1990 a 2000) están divididas en 4 ejes principales: libros informativos, narrativas de autoayuda (o la literatura tanatológica), narrativas preventivas (aún me puedo salvar del Sida) y las narrativas origen/destrucción. Explicaré a grandes rasgos cada una.

Los libros informativos tenían el principal interés de explicar de manera detallada y científica el VIH-Sida (causas, efectos, prevención y tratamiento).

La literatura del Sida vinculada a la autoayuda son libros para aceptar la realidad de la manera más honesta y con orgullo ya que el virus no tiene cura y por ende las personas portadoras van a morir.

La literatura preventiva por el contrario, tenía la intención de concientizar y prevenir para que las personas tuvieran relaciones sexuales con protección, se hicieran la prueba de detección del virus y hasta inducir una jerarquía moral donde la monogamia y la abstención serían la solución a dicha crisis.

La narrativa que explica desde la destrucción tiene la peculiaridad de contarnos cómo inicia el Sida desde las vidas homosexuales, todas las historias provienen de hombres que nos cuentan cómo la personas LGBTI empiezan a morir llevando la vida gay a extremos apocalípticos.

“El primo Javier” fue publicado en 1996 a cargo de la editorial Planeta y en su primer tiraje se presumen un aproximado de dos mil copias. La historia está escrita en primera persona por una mujer de nombre Andrea que se realiza una prueba de VIH debido a que tiene dudas, ella le fue infiel a su pareja y teme haberlo infectado, durante el proceso se nos explica quién es ella y por qué terminó en esa situación que parece descabellada ya que “ella” es una mujer y se ha hecho una prueba de VIH-Sida, enfermedad supuestamente exclusiva entre hombres homosexuales. A medida que vamos avanzando descubrimos que el VIH-Sida es como un primo lejano que viene de visita y puede quedarse de forma indefinida. La forma en la que Edmée se adentra en el diálogo es sin duda atractivo, ameno, divertido y profundo; en su historia logra adelantarse en el tiempo, informa sobre el virus mientras cuestiona inquietudes sociales, el papel de las mujeres, su sexualidad, la infidelidad y los acercamientos del poliamor. Poco a poco te vas identificando con el personaje porque ella proviene del desconocimiento y la meditación con el “Yo” interior. Leer los pensamientos de Andrea es leernos a nosotros mismos en nuestra vulnerabilidad, eso es algo maravilloso porque la autora lo hace de manera sencilla rompiendo las barreras que comúnmente solemos poseer, no te puedes leer la novela de forma indiferente, te hace partícipe.

Después de que Andrea se hace la prueba viene el periodo de espera donde comienza a desenvolverse sus temores, mientras convive con su pareja y amigas, los recuerdos amorosos de sus aventuras románticas la orillan a tomar una decisión, no hay nadie culpable de los resultados, ella es dueña de su propio destino y por ende debe aceptar las consecuencias si su diagnóstico resulta positivo.

La novela tiene 11 capítulos, los primeros 10 cuentan con una lección o moraleja que hace querer leer el siguiente, incluso hay una parte de la novela donde se puede interactuar gracias a un test de personalidad un tanto irónico y humorístico; por otra parte, consideró varios momentos donde la escritura se vuelve poderosa porque la protagonista comienza a dialogar con el Sida y lo acepta como a ese primo dispuesto a vivir con ella hasta sus últimas consecuencias, es aquí donde se aprecia el concepto de las novelas tanatológicas, el enfrentamiento contra el destino llevando las emociones hasta la parte sustanciosa, logrando crear empatía con todas las personas que enfrentan el virus, en ese fragmento de empatía es donde Edmée logra aportarnos sensibilidad ante el Sida ya que es una enfermedad incurable y su tratamiento en esa época era poco efectivo.

“Si estuviera infectada con el virus del Sida repensaría mi vida, aprenderé a otorgarle otro valor al tiempo, a la vida misma. Saber que el virus está dentro del cuerpo supongo que hace de cada acto un suceso maravilloso. Ver el amanecer, oír los pájaros, mirar la lluvia, admirar a los niños, incluso el mismo tráfico. El virus hace que todo se convierta en un milagro porque sabes que estás muriendo; paradójicamente, te hace vivir más. Al mismo tiempo, recuerda que ya pronto no estarás aquí y que no volverás a apreciar algo similar. Cada elemento de la vida te señala de manera inmediata la muerte. Cada día es valiosísimo y aterrador porque en cualquier instante podrían aparecer los síntomas. De repente una mancha de sarcoma, la diarrea, o empezar a perder peso y en lugar de estar feliz por estar delgada, horrorizarme porque señalaría el principio del final. Me pregunto si cuando asomen los indicios de la enfermedad me atreveré a la eutanasia o me dejaré llevar hasta el fin”.

La novela tiene grandes aportes y nos ayuda a sensibilizarnos sobre el tema, sin embargo, la historia tiene un desenlace predecible, no sabemos si Edmée deseaba éste escenario donde Andrea dio negativo en sus resultados cerrando la historia con un final relativamente feliz para esa época; hay pistas dentro de la narración donde la voluntad de la protagonista la llevan a un estado súper dramático donde alcanza la iluminación, acepta la muerte y esta es, solamente, un espejo ajeno.

Sin duda alguna, El primo Javier sería la primera novela en lograr una historia de 360 grados a un universo real, sólido que cualquiera puede acceder, a diferencia de los otros libros, éste nos permite tener complicidad, diálogo y sobre todo, puede hacernos llorar cuando entendemos lo importante que fue el apoyo de otras personas aquel momento.

¿Por qué esta novela no fue considerada por la comunidad LGBTI?

La gran mayoría de la comunidad LGBTI desconoció esta novela al igual que el público en general. Cuando Edmée empezó a escribirla, ella trabajaba en el suplemento cultural Sábado del Uno más Uno. Además coordinaba talleres literarios. Ella misma cuenta su experiencia sobre la producción de esta novela: “En ese entonces el sida era una enfermedad mortal y básicamente homosexual pero empezaba a hablarse de un grupo de riesgo: mujeres, heterosexuales, monógamas, casadas. O sea que el sida podría tocar a alguien como yo. Ese fue el planteamiento de la novela. Fui a la Fundación Nacional de Lucha contra el Sida, hablé con el director con fines de investigación, terminé haciéndome la prueba”.

Edmée reconoce que el título de su libro y la portada no causó impacto, motivo por el cual el público no la compró, de haber escrito la palabra “VIH o Sida” tampoco aseguraba la compra del libro, con esta dificultad, los libros terminaron por desaparecer en librerías de segunda mano o en la basura, de hecho, acceder a una copia de “El primo Javier” se considera un logro (pude acceder a una copia gracias a la brigada de lectura que organiza Paco Ignacio Taibo II en la venta de libros usados. En las librerías antiguas de la delegación Cuauhtémoc existen aproximadamente una o dos copias, pero es imposible encontrar la novela).

En el año de 2002 se vuelve a presentar en Guadalajara con el nombre “Morir de amor”, en esta segunda edición, Edmée decide cambiar la portada y el título, incluye notas de la autora y da por terminada la primera edición, tal vez la causa por la cual no se puede encontrar la novela.

Hasta la fecha, las investigaciones sobre literatura LGBTI no han incluido la obra de la escritora, sabemos que Pardo es la primera mujer en hablar sobre el Sida en México y su trabajo merece toda la atención ya que las próximas escritoras que hablaron sobre el tema sufrieron críticas negativas por sus trabajos.

El primo Javier/Morir de amor es una historia indispensable para entender el panorama actual que viven las personas con VIH y hoy se enfrentan ante un desabasto por parte del fracaso de las instituciones médicas de nuestro país. Lectura de vital importancia y conciencia a todos nuestros defensores de derechos humanos, investigadores y personas que deseen aprender del tema.

Lo que dicen los expertos

Morir de sida

Artículo de Benjamín García publicado en Arena el 9 de febrero de 2003

Al ver el título de la nueva novela de Edmée Pardo, Morir de amor (Grupo Patria Cultural, Nueva Imagen, 2002) pensé que se trataría de una historia sosa y cursi, en la línea de Corín Tallado. Pero la novela no me decepcionó, curiosamente, el título es muy afortunado. En dicho relato, Edmée Pardo navega entre la ansiedad y el amor y coloca la escena sobre el problema tan actual del sida.

Andrea, tras ocho años de feliz maridaje -que no matrimonio-, decide pasar una aventura con David, un compañero de trabajo. Ante el temor de un posible resabio de tal asunto, Andrea decide la prueba del VIH e ingresa al mundo de la incertidumbre.

En sí la obra es didáctica, despliega un cúmulo de información sobre el estado en el transcurso del mes, tiempo del texto, que es el lapso que Andrea espera para saber si se encuentra o no infectada.

Mas lo didáctico no convertir la narración en una alegoría ni en una fábula, simplemente se expone lo que cualquier persona podría pasar en una situación similar. Hay una abundancia de analogías tomadas de la vida cotidiana, como cuando Andrea alude a las diferencias y similitudes entre VIH y el primo Javier:

“La sicóloga se refería a veiache (sic) como si fuera una persona, mi primo Javier vive en Sonora, llega a México y tres meses después de andar buscando dónde quedarse se hospeda en mi casa, período que se conoce como errante. Veiache nace , vive, se reproduce y mata. Casi igual que las abejitas. La diferencia es que el último estadio no es pasivo sino activo, no muere, mata. El primo Javier nace en Sonora, crece en Chihuahua y muere en el Deefe “. El humor es innato en Pardo, y lo usa muy bien: “No soy adicta a las conversaciones más que a las donas con chocolate y escucha conversaciones ajenas”; o bien: “Tampoco fue que David hiciera un esfuerzo enorme por convencerme y que me bajara el Sol, la Luna y las estrellas para, acto seguido, bajarme los calzones”.

Esto también queda determinado cuando la protagonista piensa en la necesidad del sexo en la televisión e imagina un programa de transmisión diaria: ‘Imaginas la cortinilla del programa y los conductores ¡Bienvenidos penes, anos, vaginas y bocas de nuestro honorabilísimo auditorio! (…) Aquí nuestra primera invitada, Vagina Pérez. Vagina Pérez cuenta su experiencia con el condón femenino con otras vaginas, la diferencia entre recibir un pene con preservativo y otro sin; ventajas y diferencias entre vibradores especializados y cualquier objeto de forma fálica “.

Hay una discusión sobre la vida y la muerte que la autora teje en un entramado de discusión sobre el sentido de estas situaciones y las relaciones de pareja. El sentido de la vida es descubierto por el personaje ante la conciencia de su finitud: “No me gustaría morir quemada, incinerada, crucificada, torturada. No toleraría que alguien me quitara la vida con violencia, caer con un asesino de los que despedazan a la víctima, les arreglé la piel o las uñas, les cortan los párpados. No me gustaría sufrir por morir. El sufrimiento por la vida tiene sentido porque forja, tiene una persona de tal o cual manera, ayuda a ser mejor, más comprensivo, amargado en algunos casos. Pero ya para morir, cuando después de eso se sabe que ya no hay nada tangible, lo ideal es podernos ir tranquilos, sin mayores aspavientos “.

Así llega a la conclusión de lo preocupante no es morir ni vivir más, sino mejor. En cuanto a las relaciones de pareja, la relación de ocho años de Andrea con Mauricio, el día menos pensado se ve en riesgo cuando nuestra protagonista ve aparecer en su vida a David, un compañero de trabajo que la electriza inexplicablemente y con quien acomete por primera vez una infidelidad. Esto le trae a la mente la certeza de volver a ser infiel, lo que es necesario para mantener su relación, hasta cierto punto.

Se cuestiona por qué, si finalmente ella lo ha hecho y probablemente Mauricio también, no pueden decirse frente a la verdad sin afectar su amor.

Si Andrea tiene VIH tendrá que contarle a Mauricio y entre ambos averiguar quién infectará a quién. De ser así no hay salida, si Andrea lo infectado cargar con la culpa de haber dañado a su amado, si es al revés, no podrá menos que odiarlo.

Aunque la narración se mantiene desde el punto de vista de Andrea y no contamos con diversas perspectivas, Pardo nos hace pasar por Mauricio, David -su amante- y sus amigas; quienes, pese a ser profesionistas, tampoco se protegen contra el sida. Nos permite, así, entre varias situaciones sobre un mismo punto. Introducir giros coloquiales a la obra, chistes cotidianos, y rompe con algunos esquemas intelectuales, romo cuando el personaje desea un test que le resuelva la vida: “Para no ser tan exigente en la vida, un test, una prueba de una manera de mezcla cosmopolita con Gallup, avalada por la ciencia y nuestras abuelas, basada en las teorías de Freud, algún gurú y el doctor Lammoglia, que nos diera un norte y abordara aspectos sobre vocación feminista y vocación abnegada, el amor en tiempos de sida, algo así como … “

E incluye cuatro pruebas que divierten y hacen reflexionar hasta el más pintado.

El final es abierto. Tras una obra didáctica de 121 páginas, no hay moraleja, sino un empujón para que el lector decida qué hará, más que con su pene o vagina, con su responsabilidad ante la vida.

De la obra se agradece su sencillez no simplista, una mujer se sentirá identificada y cualquier hombre gozará de desvelarse un poco el mundo interior femenino.

La parte lamentable es el cuidado de la edición, abundan las erratas, incluso entre la portada y la contraportada: en la primera aparece el nombre como Edmée Pardo -con acento- y en la segunda como Edmee Pardo -sin acento-. Le viene bien aquel minitexto de Raymundo Ramos: “Esta edición estuvo al descuido de …”


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