De haberlo sabido

 
 

De haberlo sabido porque en total he cambiado siete veces de cama en treinta años más las que faltan. La de mi infancia la dejé con mis padres cuando salí de casa. Me compré una, la primera, cuando compartía departamento con mi amigo. Me fui dos años a Francia y ahí me hice de un camastro y me deshice de él cuando regresé. Mi cama aquella la había vendido mi cuate y con el billete que me dio apenas alcancé a pagar el cajón de madera que después se convertiría en mi cama y en la de ella. Luego nos mudamos de ciudad y como salía más caro el menaje, a venderla y comprar otra allá. Vino la inundación y nuestra cama quedó inservible. De regreso, su hermana nos prestó una. Después la devolvimos y nos quedamos con una colchoneta que poníamos sobre el suelo. Pasó el tiempo, nos hicimos de una cama más grande donde nació el bebé, y ahora a comprar las camas de él. De haberlo sabido, te digo, hubiera sido fabricante de camas.

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