Té madrugada 20
Por primera vez duermo molesta contigo. Cuando nuestras caras quedan frente a frente, a oscuras, sobre la almohada, dices que me quieres. Yo también, contesto porque no hay manera de no quererte, pero algo sabe mal. Te duermes al instante, que es el ritmo de siempre. Yo me giro sobre el enfado, me cubro el disgusto con la sábana, y nada: la cabeza está llena de ruido. Duermo ya muy entrada la noche y ninguno de los dos despierta en la madrugada. Amanecemos una hora tarde. Corremos para estar listos en veinte minutos. Listos y enojados. Hago una pausa. Te tomo la mano, te beso. Si quieres luego platicamos, dices haciendo alusión a lo de anoche. Veo que comprendes, que siempre comprendes. Sí, me gustaría, respondo y así, con prisa, vemos el amanecer desde la carretera.