Té madrugada 50
Los vecinos. Son silenciosos y encantadores de día. En la madrugada viajan sus hábitos llenos de ruido por el cubo del edificio. Sus alegrías son nuestras pHe pasado la noche adherida a su cuerpo. Tengo la piel húmeda y el cuello goteando de sudor. Es el calor que se instaló a media habitación y me toma a cada palmo, en cada pensamiento. No hay manera de sacarlo ni evadirlo. Ni con la desnudez, ni con ventilador, ni con un vaso de té helado, ni gritándole “vete ya”. De dormir no hablamos, menos de encontrar una postura cómoda. La noche es una batalla inútil y el amanecer se dilata en llega.