Té madrugada 32

 
 
 

Escucho el viento pasar entre las plantas, el sonido de insectos que no sé reconocer, el oleaje a la distancia. Estoy en la casa del mar y es de madrugada. Una madrugada oscura porque no hay luz de calles o casas que se cuelen por la ventana. Salgo descalza del cuarto para encontrar de frente, casi invisibles, cielo y mar unidos por una franja de nubes blancas que apenas los separan. Regreso a la cama bajo el ventilador que ahuyenta la densidad del aire, me fundo en la noche como otra estrella en el cielo, como una estrella en el mar con un brillo de regalo. 

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