Té madrugada 76
Se abre el día después de una noche larguísima en vela. Contrario a casi todas las madrugadas de mi vida en las que lucho por dormir, en ésta la batalla era no darle al cuerpo eso que quiere, para vencer sus deseos y estar atenta a lo que quiere mi alma. Fue una noche de luna, en que las sombras de los cuerpos hablaron sobre la fortaleza del espíritu, sobre el año que comienza, tiempo para mirar lejos y pensar en el largo plazo. Fue más difícil tener claras las razones del desvelo que el esfuerzo en lograrlo. Finalmente, me metí a dormir. Amanecí a medio día, con la sensación de que fueron dos noches las que atravesé.