Té madrugada 70

 
 
 

Confundo el hambre con la sed. Me doy cuenta cuando, después de picar algo para comer, sigo con un deseo que no he saciado y entonces surge la voz que pide agua. Sirvo un vaso y cuando apuro el trago escucho una voz más profunda que clama por una taza de té. Tardo unos minutos satisfacer el apetito, pero cuando doy el primer sorbo y la boca se llena de tibieza, el ansia enmudece. Solo queda la pausa que había estado anhelando.  

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