El mercado

 
 

Pienso en el cuadro de Olga Costa, La vendedora de frutas, en la abundancia de productos, en la mujer que reina ese imperio colorido. Pienso en la coreografía de Gloria Contreras, en las mujeres con sus cestos, en las faldas amplias que se mueven con el aire. ¿Qué nos dicen las artistas?  El mercado está vivo en la gente que lo anima, en los colores, en el aroma dulce y a veces rancio que lo envuelve.  ¿Qué nos gusta del mercado si no es rumor agitado que  trae noticias y que es también  fuente de la vida? Es el gozo de comprar, de vender, de llevar comida para la familia.  Ahí están las voces encimadas unas sobre otras ofreciendo mejor calidad y menos pesos, ahí están los frutos abiertos en su magnífica pulpa. Y aunque el mercado lleva artículo masculino yo diría que es femenino por la fiesta que lo anima, se celebra la fertilidad de la tierra y la fuerza humana para recoger la cosecha, porque ahí están las mujeres pendientes para continuar la labor de la madre tierra en sus propias vidas. También hay hombres, con los brazos descubiertos,   al cuidado de sus puestos de carne,  frente a sus camiones repletos de naranjas.

    El mercado es un día de fiesta por el encuentro de quienes no se habían visto, por el paladar que celebra sabores nuevos, por los ojos desbordados ante la variedad.  Se conoce el mundo bajo los tendejones color  rosa:  los animales en sus jaulas,  mercancías traídas desde el extranjero,  el exotismo de otros mundos, mujeres con críos en brazos, chamacos que ayudan con los bultos, recetas que corren de labios del marchante a los oídos de una compradora y a los de otra mujer  que casi sin querer anota el procedimiento.

El día del mercado es el día que no se nota la pobreza, hay mercancía, hay venta, hay gozo y todo el trabajo y la vida dura se compensan. En el mercado está la cultura de una nación completa, sus modos de crecer la tierra y de intercambios, el tejido social y político, pulso vital. Tanta atención pusieron los cronistas españoles en ellos para acercarse a la cultura del pueblo que conquistaron. Es por eso, y también por la belleza que emana, que es tema en el arte. Así lo registran Olga Costa y Gloria Contreras, como permanente alabanza a ese fragmento del mundo que es la vida.

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