Las frutas que no has de comer
La tendencia en alimentación insiste en comer sanamente: ingerir frutas y verduras. Sin embargo la primera prohibición divina que hubo en la tierra ese refiere a un fruto.
“De cualquier árbol del jardín puedes comer, más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio.” (Génesis 2: 16-17)
Los eruditos hebreos se inclinan por creer que el fruto de aquel árbol simbólico del conocimiento era una granada. El sabio Salomón entonaba canciones de amor hablando de mejillas rojas como cortes de granada, las túnicas de los sacerdotes eran adornadas con ese fruto, en Egipto se cultivaba el fruto desde antes de los tiempos de Moisés. Lo de las manzanas aparece cuando los artistas cristianos empiezan a representar el fruto del edén como una manzana probablemente ya influidos por el mito griego: el regalo que le hicieran a la diosa Hera de bodas, una manzana, claro está. Los musulmanes afirman que el fruto prohibido era nada más y nada menos que una banana, un fruto valiosísimo no sólo por su movilidad comercial sino por su sabor.
Es interesantes notar que en las tres versiones son frutos lo que se prohíbe. ¿Qué hay en común entre estos manjares? (****, aquí entra la parte de la ciencia supongo). Entre la granada y la manzana la similitudes de forma y color son obvias, más no de sabor, y ni qué hablar con el plátano. Sin embargo si atendemos el valor mágico de dichos frutos, encontramos valores interesantes. La manzana se asocia con la fiesta de Venus en Roma, la diosa del placer y el amor, tradicionalmente se usa en los hechizos de amor y también se le relaciona con la inmortalidad. La granada, popularmente conocida como manzana de Cartago, es el fruto que come Perséfone cuando va al hades, el fruto que nos relaciona con los muertos. Sus semillas se asocian con la fertilidad, otra vez con la sexualidad. Curiosamente, el banano también se asocia con la fertilidad y con Venus, incluso en algunas islas del pacífico sur es un alimento prohibido para las mujeres ya que estimula el deseo sexual.
Vemos entonces que los frutos prohibidos, cualquiera que haya sido la naturaleza orgánica del árbol del bien y del mal, están relacionados con la sexualidad. Se entiende bien que esa fuera una de las pocas cosas que prohibió el Dios del antiguo testamento, un placer que hiciera al hombre olvidarse de su creador al convertirse en creador también: hay de algunas cosas que hay que comer.