Lentes
En 1249 el filósofo inglés Roger Bacon formuló la primera afirmación acerca del uso de lentes para mejorar la visión. Sin embargo, posiblemente ya en el siglo X, los chinos habían utilizado lentes de aumento colocadas en molduras. En Europa, las gafas se utilizaron por primera vez en Italia inventadas por el florentino Salvino Degli Armati (m. 1357) hacia 1285, y algunos retratos medievales representan personas que portaban gafas. Los primeros anteojos, probablemente monóculos, se hicieron tallados en berilo, y tenían lentes convexas, destinadas a las personas ancianas que tenían dificultades para ver de cerca. En 1451, el erudito alemán Nicolás de Cusa (1401-1464) propuso el empleo de lentes cóncavas, más delgadas en el centro que en los bordes, a fin de ver de lejos. Estas lentes se destinaron a los ojos miopes. Con la invención de la imprenta en el siglo XV, se incrementó la demanda de gafas, y hacia 1629 era lo bastante grande como para que en Inglaterra se concediesen derechos a una corporación de fabricantes de gafas. Las primeras gafas bifocales fueron construidas para Benjamin Franklin hacia 1760 por indicación suya. Al principio, sólo se fabricaban gafas con lentes que corregían la miopía y la hipermetropía, y sólo a finales del siglo XIX se generalizó el uso de lentes cilíndricas para la corrección del astigmatismo
Las representaciones gráficas y los cuadros de las culturas antiguas que se han conservado hasta hoy nos son una gran ayuda en este asunto. A partir del siglo 15, muchos pintores pintan en sus cuadros religiosos personajes de la Biblia con gafas. En los cuadros se representa la manera de vivir, así como objetos de su época, los cuales nos dan hoy importantes informaciones.
Así pues, no queda claro si el doctor de la Iglesia Sofronius Eusebius Hieronymus, que vivió de 340 – 420 después de J. C., fue el verdadero inventor de las gafas o no. En una multitud de imágenes aparece siempre con leones, una calavera y con gafas. Desde entonces que es el patrón de los ópticos.
Aunque el filósofo griego Aristofanes sabía que el vidrio puede emplearse como vidrio ustorio, a pesar que Ptolemäus, aprox. 150 después de J. C., reconociera las regularidades ópticas elementares de la refracción de la luz e incluso que relatara sobre este tema detalladamente, y que Roger Bacon, aprox. 1250 después de J. C., diera la prueba de que las personas que ven mal pueden volver a ver las letras si utilizan vidrios tallados, aún duró 300 años hasta que Snellius, entre 1600 y 1620, redactara las leyes de refracción.
Los frailes de la Edad Media desarrollaron la llamada piedra para leer según las teorías del matemático árabe Alhazen (alrededor de 1000 después de J. C.). Esta parece que fuera de cristal de roca, o de las llamadas piedras semipreciosas. Estaba tallada en forma de una media esfera y aumentaba la letra. Como piedra semipreciosa se utilizaba el berilo que es tan bonito y transparente.
En aquella época, tan sólo los sopladores de vidrio de Venecia sabían hacer cristal blanco. Del taller de los famosos sopladores de vidrio de Venecia Murano proceden, pues, los primeros cristales tallados, concebidos primero para un ojo sólo. A finales del siglo 13, tuvieron allí la idea de ponerles un borde de madera o de concha a dos de esos cristales tallados y de unirlos con remaches, de manera que formaran una unidad.
En la Edad Media, el tener unas gafas significaba saber mucho y tener muchos estudios. Muchos siglos más tarde, después de 1850 aproximadamente, las gafas obtuvieron la forma que aún conocemos hoy en día.
Lo que sí se sabe es que ya en 1623, Benito Daza Valdés , dándoles el nombre de conservativos, explicaba las virtudes de protegerse del sol con las gafas. En los años 20 se puso de moda el uso de gafas solares, momento en el que los fabricantes de vidrio, por primera vez, sacaron al mercado una amplia gama de lentes coloreadas en perfectos muestrarios. Desde entonces, las gafas de sol se han convertido en un elemento de uso común entre la población hasta convertirse un complemento del vestir.
Los colores más usados como “filtros de protección” en las gafas de sol son el marrón (ideal para la nieve), el gris (no altera demasiado los colores) y el verde (apto para uso habitual). El color amarillo aumenta el contraste sobre todo en condiciones de visibilidad escasa (niebla, atardecer y conducción nocturna), sin embargo, no son aptas para el uso solar.
Ya en 1887, el médico Adolf Eugen Pick (1829-1901) había ideado las lentes de contacto, pequeñas lentes (lentillas) que se aplicaban directamente sobre el iris, con lo que se corregía la visión sin que nadie se percatara de ello.
Pero el cristal en contacto con el ojo era irritante y peligroso. En 1954 se produjeron lentes de contacto de plástico, que demostraron ser prácticas y alcanzaron popularidad
Tradicionalmente, se atribuye a Leonardo da Vinci (1452-1519) (Figura 1) la primera descripción de un dispositivo que podría asimilarse a una lente de contacto (Codex D, Folio 3, verso). Según estudiaron Hofstetter y Graham 1, Leonardo añadió en el margen de uno de sus escritos el dibujo de un sistema óptico consistente en una semiesfera de vidrio llena de agua y con un rostro sumergido en ésta (Figura 2). La relación de este esquema con las lentes de contacto deriva sólo del hecho de que los ojos están en contacto con el agua, pero Leonardo dibujó también lo que, para Hofstetter y Graham, son unas lentillas semejantes a las actuales, así como la ampolla de cristal de la que debían tallarse.
Como comentamos anteriormente, Jean Baptiste Eugene Kalt fue uno de los primeros oftalmólogos en utilizar una lente de contacto corneal hacia 1888. Esta cuestión fue abordada de nuevo por Kevin Tuohy 60 años después, en 1948, para producir en Estados Unidos las primeras lentes de contacto corneales. La solicitud de autorización de patente fue presentada en ese año y concedida en 1950. Tuohy, que empezó siendo un colaborador técnico de los Obrig Laboratories de Nueva York y Montreal y más tarde socio del Solex Laboratory de Solon Braff; está considerado el descubridor de las lentes corneales de PMMA.
Goodlaw señala que, en 1946, Villagran mostró a Tuohy y Braff la sección óptica correspondiente a lo que debería haber sido una lente escleral, pero en la que, por error en el corte, había eliminado la sección escleral. Al darse cuenta de que con estas lentes más pequeñas podría llegar más oxígeno a la córnea, Tuohy comprendió la ventaja de las lentes corneales, hasta el punto que diseñó unas para su esposa y otras para él mismo. Eran ligeramente biseladas en la periferia de la cara corneal, monocurvas y con un radio de curvatura de la cara corneal ligeramente mayor que los radios corneales. Las primeras lentes tenían 11’5-12’5 mm de diámetro y 0’3-0’4 mm de espesor, y hacían innecesario interponer un líquido, ya que la atracción capilar de la película lagrimal normal era suficiente para mantener la lente en posición. Por esta razón, la oxigenación corneal no se veía interferida por la lente y quedaban superados los inconvenientes de las lentes de contacto esclerales. Tuohy solicitó la patente de este tipo de lentes en 1948.
No toda la luz que llega a nuestro ojo es útil. De hecho, muchos de los rayos que percibimos, lejos de facilitar nuestra visión, no hacen sino dificultarla porque producen deslumbramiento. Sólo los rayos que viajan verticalmente son útiles para la visión del ojo.
Aquí reside precisamente el papel e importancia del filtro polarizado en las lentes ya que su misión consiste en dejar pasar tan sólo la luz útil. Por tanto, unas gafas de sol polarizadas no sólo filtrarán las radiaciones dañinas para nuestro ojo sino que impedirán también el paso de los rayos que provocan deslumbramiento.
Hay que tener cuidado con las denominadas lentes de “falsa protección” que se venden en la calle o en los mercados a bajo precio. Sus efectos son aún más dañinos ya que restringen la cantidad de luz que llega al ojo generando una dilatación de la pupila e incrementando la acción dañina de estos rayos.
Accesorios para ver que nos hacen ver intelectuales, atractivos, dinámicos, sofisticados, frágiles.
Antes hacíamos todo por quitarnos los lentes, la pena de que viéramos que nos vemos eran signo de debilidad, hoy son moda.
Un águila no usa lentes, los conejos no usan lentes. Quizá porque no leen. Se masifica su uso conforme la imprenta.