Mi libro en la plaza

 
 

Mi relación con la lectura no es una sola ni siempre la misma, supongo que es así porque he venido cambiando junto con mis quehaceres y placeres.  Cuando estoy saturadísima de trabajo sin tiempo para un respiro con calma: estoy leyendo. Ya sea que prepare una clase (coordino talleres de lectura comentada), que supervise el texto de un alumno, que me documente sobre algún tema que preparo, que lea a los niños en el hospital o incluso que lea lo escrito por mí.  Cuando tengo tiempo para el placer a pierna suelta hago lo mimo: leo. Sin otra pretensión que el disfrute y establecer lazos con quienes comparto la lectura. Nada cómo comentar con alguien cercano un mismo libro que nos lleva a distintas partes y luego nos reúne.  La lectura me da de comer, me hace soñar, me pone a pensar, me hace viajar, me permite acercarme a mis amados: es el centro de mi vida. Aunque no siempre ha sido así. Baste decir que de niña no me gustaba leer y que esta relación ha ido creciendo hasta ser lo que es hoy.

Participar En Más libros mejor futuro  me permitió redimensionar mi experiencia como escritora. Nunca había visto la cara de 200 lectores de mi obra, todos juntos, en el mismo sitio. Nunca había oído mis textos en voz de profesionales de la actuación.  Pero sobre todo nunca había leído ni escuchado a otros autores de esa manera, fuera de la intimidad, en una plaza pública, donde las historias cobraron vida y se fueron caminando a su propio paso.  Constaté que la lectura cambia el rostro de los oyentes y lectores, que México tiene su esperanza sembrada en los libros, que leer es la mejor semilla para el mañana.

Testimonio de participación en el proyecto Más libros Mejor futuro en 2010

Anterior
Anterior

Miniaturas sobre la ciudad

Siguiente
Siguiente

La tintura de las cosas