Tejer la oscuridad de Emiliano Monge

Me quedo con el golpe en el estómago: algo horrible sigue sucediendo a pesar de que he terminado el libro, en algún lugar, ahora. Mientras escribo hay persecución, matanza, gente caminando hacia un mejor o peor destino: ya es ese fin del mundo, desde hace mucho estamos en esa orilla. En dos palabras, diría que literariamente la obra es audaz e inquietante. Me deja patidifusa, perdida como los chicos de la novela, buscando un asidero. Toda la narración tuve una sensación de estar en un mundo más grande, más roto, incomprensible: quizá porque hay ochenta y dos voces narrativas que escriben un libro colectivo, quizá porque no hay precisión de lo sucede. La única certeza es que hay sobrevivientes y exterminadores en un mundo de cielos rotos, calor extremo mientras acontece un largo peregrinar hacia una “tierra prometida” donde se puede, quizá, empezar de nuevo. Pero esa ida hacia el futuro es un principio muy parecido al pasado, con referencias a esos textos mitológicos del Popol Vuh, el viaje en búsqueda de Ixtlán, la visión de los vencidos. No es el género que más me gusta, pero sí es una muy buena novela a la que vale la pena asomarse.

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