Los mil años de Pepe Corcueña de Antonio Malpica

Ni modo que a los chavos no se les hable de esos temas si corren como hormigas, en fila india, de una casa a otra, de un teléfono a otro, en los pasillos de las escuelas. Creo que una de las virtudes de la literatura infantil y juvenil (LIJ) que se escribe en la actualidad es que amplía las tramas y conversa con honestidad de aquella realidad tremenda en la que vivimos todos y no solo los adultos. Eso es lo que me gusta de esta novela: su valentía, y a la vez su dulzura para hablar de un niño secuestrado y su custodio, de las estrategias de la mente para librar los días inciertos y de la fuerza que da saber que si ese chico pudo salir y atravesar el asunto, queda el mapa, el modelo, para resurgir con mayor entendimiento y crecimiento de la adversidad. Todos hemos sido heridos y somos resilientes. A veces, la maldad es la cara más fea de la circunstancia social que parece no dejar alternativas, pero en el fondo todos somos personas luchando por algo, somos miles los Pepe Corcuera en este país y en todos.

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