12. Leer el fuego
Dicen quienes saben que el fuego se descubrió hace cinco mil años. Es decir, se descubrió la manera de generarlo y usarlo en distintas áreas de la vida cotidiana. El fuego controlado es uno de los grandes elementos constructores de la civilización; al fuego sin control se le llama incendio y genera, la mayoría de las veces, devastaciones pavorosas. Hay incendios naturales, otros causados por accidentes y otros más que son intencionales. Para saber su origen hay que aprender a leer el fuego.
El peritaje de incendios, a partir de las evidencias, determina las causas, responsabilidades y valor económico de los daños. Generalmente son los mismos encargados de apagarlo, el cuerpo de bomberos, quienes pueden leer el origen de las llamas y la chispa inicial. La palabra de los peritos IRD (de Incendios y Riesgos Diversos) tiene peso frente a la ley y las compañías de seguro. La pirogeografía, una disciplina de reciente formación (1990-2000), surgió para estudiar los incendios forestales, ya que tienen su propio patrón de espacio y tiempo de acuerdo con clima, vegetación y causa. Los pirogeógrafos leen la historia de los incendios sucedidos y pueden predecir el comportamiento del fuego en ciertas condiciones.
Pero, ¿cómo se valoran los incendios de bibliotecas y libros, cómo se explica la quema de la historia escrita de la humanidad? Son catástrofes cuya dimensión es apenas calculable. Según Susan Orleans, autora de La biblioteca en llamas, historia de un millón de libros quemados y el hombre que encendió la cerilla, ha habido cientos de quemas de bibliotecas como parte de los procedimientos regulares en el ejercicio del dominio y poder. En ese tono, la primera noticia que tenemos es la del emperador chino Qin Shi Huang en el siglo III a.C; pasando por la famosa biblioteca de Alejandría de la que el califa Úmar ibn al-Jattab dijo: "Si no contiene más que lo que hay en el Corán, es inútil, y es preciso quemarla; si contiene algo más, es mala, y también es preciso quemarla"; la quema de los libros en Berlín en 1933 como parte de la acción contra el espíritu anti alemán; entre muchísimas otras hasta la actual destrucción que sucede en Siria o Ucrania.
¿Cómo se puede escribir sobre el fuego que después podrá ser combustible de otro incendio mayor?
La novela Farenheit de Brad Bradubury ya nos habla de los bomberos que generan el fuego de libros como un acto de control y de cómo cada persona libre lleva un libro en su interior. La novela Y llovieron pájaros de Jocelyne Saucier, cuenta de la época de los grandes incendios en Canadá con flamas tan altas que tatemaban a las aves que caían carbonizadas. Pero lo que hace el libro de Susan Orlean, después de 10 años de investigación documental, entrevistas con testigos y expertos es revelar que hay fuegos inexplicables como el de la Biblioteca Pública de Los Ángeles, California en 1986 y que ardió durante seis horas. Sencillamente, hay fuegos que no pueden ser leídos.
Si supiéramos en verdad del daño que hace el fuego de los libros, no solo el material y cultural, sino el daño al espíritu humano, el irreemplazable vacío que deja la ausencia del combustible con el que ardió, quizá no habría que leer sobre el fuego de los libros, sus orígenes y consecuencias, sino que podríamos leer cómodamente sobre el fuego en los libros.
Edmée Pardo para Opinión51