39. Leer el otoño

 
 

Leer el otoño

Me fascina el otoño. Todo él, la temperatura, la modificación en el tono de la luz, los frutos de la época, el día de muertos, el día de gracias, el cambio de las hojas, la ropa más cobijadora, las sábanas gruesas. Recientemente me di un baño de otoño: caminé cinco días debajo de los arces (mejor conocidos como maples). Sentí que oro, cobre y sol caían en rebanadas sobre mi cabeza. De tan intensamente amarillo el follaje, en un momento creí que había salido el sol en medio de un día nublado. Me detuve en los tapices rojizos, ocres y naranjas. Cerré los ojos, los volví abrir. El mayor espectáculo sucedía frente a mí y yo contaba (cuento) con salud y ojos para mirar y estar. ¿Cómo nombrar lo que se mira? ¿Es amarillo huevo o amarillo guayaba? Oro, pipí, cerveza, jengibre, plátano, vino blanco, champán. ¿Es naranja o cobrizo? Melón, salmón crudo, salmón cocido, zanahoria, camarón, ladrillo, óxido. ¿Es rosa o rojo? Toronja, guasabe, betabel, sangría, vino tinto, ciruela. Café castor, café tierra, café perro.

Regresé al cuarto de hotel y me puse a leer el origen de tanta maravilla. ¿Por qué cambian de color las hojas? Lo he dado tan por supuesto que nunca me había hecho la pregunta. Chatgtp me explica algo así: en el otoño las horas de luz disminuyen y la radiación solar es más débil, las hojas dejan de hacer la fotosíntesis y nutrir al árbol, que es para lo que sirven. El árbol decide soltarlas porque le sale muy caro, energéticamente, mantenerlas si no dan fotosíntesis a cambio. Sin las hojas, el árbol puede nutrir mejor al tronco y las ramas y sobrevivir los meses con poca luz. El cambio de color de las hojas se debe a la disminución de clorofila que las pinta de verde. Una transformación química que puede explicarse con palabras como luteína, carotenoides, flavonoides y antocianinas. Caducifolios, se les llama a los árboles que pierden sus hojas, palabra que aprendí en mis años mozos y que ahora recuerdo. Las hojas secas son excelente aislante del frío y ayudan a proteger los cultivos, es cierto, también alguna vez lo había leído.

Cierro la pantalla de mi teléfono: toda esa belleza se trata de sobrevivir al frío, a la falta de sol, a la carestía que se acerca. Siempre pensé en que sobrevivir era más una cosa horrible, al menos en la especie humana: asfixia, llanto, agotamiento. Pero quizá desde fuera se mire de otro modo. Quizá así de bella es la transformación. Al día siguiente salgo nuevamente a caminar. Voy acompañada de mi sobrino, tiene el cabello larguísimo color caoba clara, me adelanta unos pasos y lo miro andar un sendero nuevo para él pero que ya ha sido trazado y andado tantas veces antes. Así la vida, pienso. Yo, cubierta de otoño y sus bondades; mi sobrino abriéndose camino, y en otro lugar del mundo continua la guerra. Todo son ciclos, reconozco. Esta es nuestra la naturaleza.

Edmée Pardo para Opinión51

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