67. Leer la brújula

 
 

Leer la brújula

Abro mi teléfono, le pico a la aplicación de brújula y la tarea está hecha. Si miro la ventana dice que estoy 319 grados al Noroeste. Si giro 90 grados, exactamente sobre el mismo lugar, y miro la pantalla de mi computadora, dice que estoy a 221 grados al suroeste. Cómo sabe el teléfono.  Busco una brújula como las de antes, una reglita acrílica con dos círculos acuosos que guardaba mi mamá para poner imanes y saber que el lado norte iba hacia la piel. Confirma la orientación, aunque no los grados.

Dicen que fueron los chinos, como con tantísimas cosas en la antigüedad, los que fabricaron la primera brújula por ahí por el siglo primero. Al frotar una barra de piedra imán, llamada calamita, y ponerla sobre agua, notaron que un extremo siempre apuntaba al norte y el otro al sur. Ese norte al que apuntaba es el norte magnético, que, por si no lo sabíamos, no es lo mismo que el norte geográfico.

Quizá podríamos empezar por entender que la tierra es un imán y que en su centro hay metales en constante movimiento que generan un campo magnético gigante, que se extiende desde el Polo Norte hasta el Polo Sur. Este campo es invisible, pero tiene líneas de fuerza que envuelven el planeta, como si fueran los hilos invisibles de una red. Hasta aquí entiendo bien

La aguja de una brújula también es un pequeño imán. Uno de sus extremos es el "polo norte" y el otro es el "polo sur". Como los polos opuestos se atraen, el "polo norte" de la aguja es atraído hacia el Polo Sur magnético de la Tierra. Aquí ya entiendo menos. En los mapas la aguja de la brújula apunta siempre hacia el norte en los mapas, porque está siguiendo la atracción del Polo Sur magnético de la Tierra. Esto ya no lo comprendo tan bien.

Pero gracias al cielo y a pesar de mis desentendimientos, exploradores, marineros y aventureros han usado la brújula durante siglos para orientarse, incluso en medio del océano o en un desierto sin referencias visuales.

Dicen que fue Marco Polo quien llevó la brújula a Europa, cuentan también que fue durante las cruzadas o durante el comercio de la seda. A saber. Pero para el año 1180, Alexander Neckam ya la menciona en su libro De utensibilus.

Para la edad media se mejoró el diseño con una caja magnética, aceite donde flotara la aguja, el dibujo de la rosa de los vientos y de ahí en adelante todos son diseño más menos bellos o interesantes. En el caso de mi celular que no tiene aguja y me dice dónde estoy parada en el contexto mundial, cosa que ni con miles de horas de terapia había logrado, cuenta con un sensor integrado que mide el campo magnético de la tierra y puede situar los cuatro puntos cardinales. Además, está ligado a un receptor de GPS que trabaja con ubicación y dirección, latitud y altitud. No está de más saber que el verdadero polo magnético finalmente fue localizado por primera vez en 1831 por John Ross en el Alto Ártico canadiense.

Edmée Pardo para Opinión51

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