72. Leer las nubes

 
 

Leer las nubes

Las nubes cuentan historias. Sus formas y altura narran lo que sucede en los cielos. Las nubes altas, llamadas cirros, hablan de vientos fuertes en las alturas, anunciando cambios de presión que podrían derivar en tormentas o frentes fríos. Los cúmulos, de apariencia esponjosa o aborregada, dicen de la estabilidad y buen clima, pero también de la energía que se acumula en la atmósfera y que podría convertirse en tormenta si crecen lo suficiente. Los cumulonimbos, masas nubosas con bases oscuras y cúspides en forma de yunque, son testigos de la furia del cielo, gritarán tormentas eléctricas, lluvias intensas y la posibilidad de granizo o tornados. Las nubes estratos, que cubren el cielo con un manto gris, susurran sobre la humedad atrapada en las capas bajas de la atmósfera, anunciando días de neblina o llovizna constante.

La clasificación de las nubes como se conoce hoy tiene sus orígenes en el siglo XIX, aunque imagino que desde los tiempos de mamut ya algo se leía, aunque con otras palabras y que cada observante nombró según su entender a lo largo de la historia. Fue el meteorólogo y farmacéutico inglés Luke Howard el primero que presentó un sistema de clasificación basado en la forma y el comportamiento de las nubes inspirado en la taxonomía de Linneo (quien clasificó a los seres vivos según su jerarquía dependiendo al reino al que pertenecen) para establecer un código de referencia y comprensión. Su trabajo, titulado Essay on the Modification of Clouds, propuso términos latinos que se utilizan hoy en día, como cirrus, cumulus, stratus y nimbus. A finales del siglo XIX, el meteorólogo francés Émilien Renou amplió la clasificación con observaciones más detalladas sobre la transición entre los distintos tipos de nubes. En 1896, la Organización Meteorológica Internacional (precursora de la actual Organización Meteorológica Mundial, OMM) publicó el primer Atlas Internacional de Nubes, estableciendo un sistema estandarizado que sigue vigente con actualizaciones periódicas. Por cierto, valga la digresión, existe una película preciosa dirigida por los entonces hermanos Wachowski que se llama Cloud atlas o Atlas en cielo, inspirada en la novela homóloga de ciencia ficción de David Mitchel, que a su modo cuenta la formación de las almas (nubosidades espirituales) y su tránsito por la tierra y el cielo.

Para que no se queden todas las formas de las nubes sin nombrar, diré a modo de resumen, que la OMM clasifica las nubes en nueve tipos fundamentales según su forma y altitud, organizadas en cuatro grandes grupos. 1. Nubes altas, ubicadas entre 5,000 y 13,000 metros de altitud: Cirros, Cirrocúmulos y Cirrostratos. 2. Nubes medias, ubicadas entre 2,000 y 7,000 metros de altitud: Altocúmulos y Altostratos 3. Nubes bajas, ubicadas entre la superficie y 2,000 metros de altitud: Estratocúmulos y Estratos. 4. Nubes de desarrollo vertical: Cúmulos y Cumulonimbos 

En resumidas, las nubes son un libro móvil que narra la historia de la atmósfera en cada momento.  Sus frases nubosas no solo embellecen el cielo y alertan la imaginación de quien las observa, también anticipan cambios climáticos. Así, cuando miramos al cielo podemos preguntarnos que oración está escrita ahí.

Edmée Pardo para Opinión51

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