30. Leer los exceles

 
 

Leer los exceles

La lectura, ya lo hemos dicho, es una interpretación de lo escrito. Enunciar sin comprender no es leer. También sabemos que existen muchos tipos de lenguajes y nomenclaturas: el lenguaje de palabras, el lenguaje musical, el matemático, el químico, el de la danza, cada uno con su código de sentido, su fraseo… y en un arte maravilloso, elástico y sintético del software de Word, todos pueden meterse en un bonito Excel. Una tabla de columnas y filas que facilita el acomodo de los datos y la información. Un sumario que a golpe de vista se puede decodificar y explicar. Ajá.

Te mando el Excel que hice, me dice una amiga con quien hago la planeación estratégica de un curso. Abro el archivo veo cuadritos, colores, números en bold, abreviaturas, todo muy bonito y ordenado. Pronuncio en voz alta cifras y letras: no entiendo. Me sorprende no entender porque según yo, sí hablo Excel. O eso creo. Ahora que lo escribo, cuando mi mamá murió entregué a mis hermanos las últimas cuentas de su dinero. Manejaba yo su cuenta bancaria y saldados los gastos debía repartir lo restante. Separé las hojas por tema y luego hice una cuenta final. Me tardé, lo revisé y revisé. Cuando mis hermanos lo abrieron me dijeron lo mismo ¿Nos lo explicas? Como nunca he trabajado en empresa comprendí que no era un Excel con formato ejecutivo, pero ¿No era clarísimo? Nos enviamos un whatsapp para hacer un zoom para dilucidar el contenido. Me ha sucedido, también, que la contadora de la universidad donde trabajo me manda un Excel para informar la contabilidad de mi salario. Lo mismo: rayas amarillas, números, porcentajes. Necesitamos una llamada telefónica para que yo sepa cuál es la lógica de su acomodo y fórmulas.

Veo el Excel de mi amiga y lo re veo. Le mando una carita de “lo estoy pensando” y finalmente le escribo. No entiendo. Se tarda un poco en contestar. Yo tampoco. Lo hice hace tres meses. Deja lo veo bien. Nos mandamos notas de voz interrumpidas por la risa, finalmente optamos por una llamada telefónica; el método de Graham Bell, le nombramos.

Revisamos línea por línea. Nos carcajeamos frente a nuestra incapacidad, nosotras que nos sentimos inteligentes. Concluimos que en definitiva no estamos para dirigir el país y esa chamba la tiene que hacer Xochitl que en su bonito nombre lleva no solo la equis de México sino de Excel.

No hablamos Excel, concluimos. Ni lo escribimos bien ni lo leemos. Ya no digamos hacer las fórmulas ni manejar sus doce funciones básicas. Saco mi agenda de papel y escribo la información más relevante. Después busco “Un Excel es una herramienta muy eficaz para obtener información con significado a partir de grandes cantidades de datos. También funciona muy bien con cálculos sencillos y para realizar el seguimiento de casi cualquier tipo de información. La clave para desbloquear todo este potencial es la cuadrícula de las celdas.”

Información con significado… Mmmm… Desbloquear el potencial… mmm…Cuadrículas de las celdas… mmm. Regreso a la narración, al sujeto, al verbo y el predicado, a mi calculadora, al lápiz. Aunque ya sabemos que cuando escribo Dios y yo entendemos mi letra, cuando reviso lo escrito, solo Dios.

Edmée Pardo para Opinión51

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