Cacería de brujas

 
 

Primero fue una sospecha: ella y un marido, demasiado amigos. Después se convirtió en rumor: eran amantes. Con el tiempo: todos lo sabían menos la mujer, como era de esperarse. Luego las voces se convirtieron en cuchillos contra él, contra ella, contra la esposa. Ya no hubo reservas: ella era una bruja, él un indiscreto, la mujer una dejada. Pero alguien mantuvo la prudencia y explicó que así era el trato, tenía en la mano una foto de los tres en la cama. La fotografía la tomó él mismo: el esposo de ella.

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