Mirar el televisor

 
 

La penetró violentamente. Ella se dejó ante la sorpresa, por el gusto. Lo había deseado pero decidió callarlo, aunque era obvio que algo sucedía por las miradas, porque cuando lo visitaba terminaban conversando en la recámara, porque casi sin querer se tocaban. Él se salió aún fuerte y la acomodó boca abajo, la penetró de nuevo y ella gimió de dolor, de placer. Tendieron la cama en silencio, arreglaron su aspecto y se pusieron a mirar el televisor. Cuando llegó la novia se acomodó tan tranquila entre los dos.

Anterior
Anterior

Cacería de brujas

Siguiente
Siguiente

Todavía