Todavía

 
 

Todavía huele a sexo nuestra cama. Bajo la almohada quedan tus suspiros, en la sábana tus líquidos. Son las arrugas de la tela cicatriz del movimiento que gira, que no se detiene, que mata. Es la temperatura de tu piel suave y de la mía la que resta en la superficie tibia. Todavía huele a sexo nuestra cama, pero los dos estamos en otro lado.

Anterior
Anterior

Mirar el televisor

Siguiente
Siguiente

Orgía de dos (la red)