Para morir

 
 

No quiero ser cadáver sin haberte tenido en mi cama, sin que tus sueños inquieten las plumas del almohadón, sin que tu olor se impregne en mí. No quiero irme sin haberte tenido una noche siquiera, siquiera unas horas y morir en ese homicidio breve que cometerán tus ojos libertarios, tu aliento, tus manos tiernas. Por eso quiero que rompamos las reglas y olvidemos el parentesco y la sangre, mis muchos años y los tuyos pocos, que ya te tuve de otro modo en mis brazos. Olvida a quién parí, que quiero morirme un poco contigo antes de que me asesine la muerte verdadera.

Anterior
Anterior

Mujer obesa

Siguiente
Siguiente

Gata negra