Platillo volador

 
 

Fue la primera noche que estuve en su departamento; al volver de una fiesta me invitó a pasar. Ella se metió a su cuarto y la encontré sentada en la cama, de frente al ventanal por donde se entraban la ciudad y la madrugada. Qué haces, le dije. Busco un ovni, respondió, algún día me tocará ver uno.

Me senté junto a ella y sin quitar los ojos del cielo nuestras manos se encimaron, las pieles empezaron a resbalarse: alternamos posturas y el cerrar de ojos para no perder de vista el firmamento. Desde entonces cada noche que paso con ella nos situamos en su cama atentos a que pase un platillo volador. Ella sabe que algún día lo verá. La espera se ha hecho menos pesada.

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