Un cuarto
De niña quería un cuarto con un cielo lleno de nubes, donde pasaran caballos volando y pudiera esconderme del ruiderío de la vecindad, de los golpes de mi padre. Deseaba una cama para mí sola, lo suficientemente amplia para estirar las piernas sin molestar a mi hermano. De niña quise muchas cosas que como otras, no llegaron. Hoy me conformo con tener diecinueve años, un sueldo y la fotografía de un cuarto como con el que soñaba. Lo demás, la habitación, la cama, ahora lo sé, vendrán con el tiempo.