Unos cuantos piquetitos

 
 

Un día le daban ganas de matarla porque estaba harto de su voz constante, de su torpeza y falta de cuidado, porque le cansaron esos ojos enloquecidos cuando fornicaban. Otro día sentía deseos de quererla, de guardarla consigo para siempre porque le daban ternura sus zapatos pequeños, sus perfumes ordenados, porque sabía querer. Así estuvo varios años hasta que por fin decidió darle unos cuantos piquetitos. Encontraron a la mujer apuñalada sobre su cama. Él estaba a su lado, llorando. Ese día amaneció con ganas de quererla, aunque ayer no.

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