Té madrugada 1

 
 
 

Me despierta tu silencio. Ya no oigo el intenso aire que exhalas cuando duermes. Sé que has vuelto, que tu alma ha vuelto. Sin embargo, te pregunto. La respuesta es un abrazo: de lado, mi cadera acoplada en la tuya, tu aliento en mi nuca. Voy a poner agua para té, te explico al dejar las sábanas. Me alcanzas en la cocina. No llevamos más ropa que la piel, pero no es la desnudez de anoche que llenaba nuestras manos; es el desprovisto ropaje de la madrugada, en donde volvemos a encontrarnos. Regresamos a la cama, cada uno con su taza tibia. El sabor nos complace y también nos alenta. Todavía tenemos tres horas, me dices y te abrazas a mi muslo. De inmediato escucho tu respiración. Sé que tu alma se ha ido. Trato de dormir también. Me entretiene el aire profundo que dice de la ausencia.

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Té madrugada 2