Té madrugada 184
Escribir un texto breve, a modo de juego poético unas veces, o de un apunte, una confesión, un experimento otras, empecé a hacerlo hace muchos años, quizá veintidós, con las “Rondas de cama”. Fue la primera vez que seleccioné un tema-objeto para explorarlo con palabras. En una obsesión, si es buena, no hay repetición, me dije. Publiqué las Rondas de cama en el tan elogiado y desaparecido suplemento “Sábado” durante dos años, y luego cambié de tema: escribí cientos de Sobremesas. Se acabó el periódico y con él, mi deseo de entregar miniaturas, hasta que descubrí que por este medio podía continuar con mis maneras y obsesiones. Así empezaron los Té Madrugada, que hoy cumplen tres años. Lo celebro con una infusión de jengibre y hierbabuena que me pone de muy buen humor.