Té madrugada 22

 
 
 

Timbró el teléfono en la madrugada. El tiempo que me tomó cruzar la cama a gatas, coger el teléfono y contestar fue suficiente para sentir un tambor ansioso de pulsaciones. Ya sabemos que son las plagas, los accidentes, los secuestros y las sorpresas desastrosas las que viajan a esa hora. Silencio del otro lado. Volví a mi lugar, con el auricular en mano, en espera del siguiente timbrazo. Sólo faltaba ponerle cara a la tragedia. Sonó de nuevo. Una voz desconocida del otro lado. Un hombre urgido preguntaba por otra persona. Era número equivocado. Alguien pronto estaría despertando al lamento con esa misma llamada, en otro lado.

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