Té madrugada 14

 
 
 

La madrugada avanza en silencio, de pronto escuchamos el ruido de los aviones. Han de ser las cinco, me dices, a estas horas llegan los primeros vuelos de Europa.  Nos imagino allá, con abrigos, a la puerta de una sala de concierto. Un día, a estas horas, de ahí estaremos regresando, pienso pero no te lo digo porque tengo ya los ojos entrecerrados. Termino el té, apago la luz y me acomodo de lado. El sonido del avión es ahora el de una filarmónica en algún lugar del Este, donde también hace frío. 

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