Té madrugada 10

 
 
 

Desde las cuatro de la mañana estoy despierta y a la espera de levantarme. Enfrente hay un día larguísimo de trabajo y quisiera comenzar. Pero si no descanso, si no me quedo en el reposo de la cama, a medio día lamentaré el ansia matinal. Espero con las campanadas del reloj que suenan conforme avanza el tiempo: mi inconsciencia va y viene como el péndulo. Ya son las cinco, ya son las cinco y media. Ya dieron las seis. Ya  viaja el aroma del té por la casa. Ya estoy frente a la máquina. Ya es de día, franco y pleno. Empiezo a trabajar y a convertirme en esa que hace. La persona que estaba en la cama no existe más.

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