Té madrugada 7

 
 
 

Siento el movimiento de tu cuerpo que se estira para tomar la botella de vidrio que pusiste en el buró. Me giro y apenas entreveo tu silueta recortada contra la luz de la ciudad que alcanza a filtrarse por la ventana. Te despertó la sed que ahora me contagias. Me cuesta despegar los labios.  ¿Me das agua?  Extiendes la mano y te aseguras de que sostenga el envase. Me refresco donde tu boca bebió hace unos minutos. Te devuelvo la botella. Apuras otro trago. Te acomodas con el brazo abierto.  Nos amoldamos de nuevo. Escucho tu corazón y me pierdo en el cauce de tus venas.

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