Té madrugada 6

 
 
 

¿Y los niños? Me despierta la inquietud. Todavía me lastima haberlos dejado en su cuna mientras médicos, enfermeras y voluntarios corríamos bajo el ritmo de la alarma del temblor. Sacarlos al jardín del hospital los hace más vulnerables a una fractura, una infección, un atropello. Era más recomendable salir y regresar a auxiliarlos, en caso fatal, que exponerlos de manera innecesaria. Afortunadamente, regresamos a su lado, ya salvos, a calmar sus sollozos. Se actuó con inteligencia,  me digo para aplacar el insomnio y ahuyentar catástrofes imaginarias. Sin embargo, nada me consuela esta madrugada. Seguramente a ellos tampoco.

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