Té madrugada 5

 
 
 

El silencio se apodera de la noche. Es tan fuerte su presencia que me despierta. Las cosas están ahí, enraizadas en lo que son: los lentes sobre el buró, la silueta de los muebles, el filo de luz que entra por la ventana. La noche es entera en su quietud y en esa quietud aparece el alma de las cosas. Desde ahí atiendo el mundo y de pronto me doy cuenta que yo también soy ese silencio y soy la noche. Un minuto, un segundo, enraizada en mí.

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