Té madrugada 142

 
 
 

El repartidor de periódicos empieza su jornada a las cuatro de la mañana. Todos los días surca el alba en su motocicleta llevando el peso del mundo en unos dobleces de papel. Todos los días es cobijado por el frío del amanecer y sus colores. Él  apenas  se da cuenta, no puede  hacerlo: sólo mira calles oscuras y puertas cerradas; tal vez  la madrugada se desperdicia en su mirada.

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