Té madrugada 124

 
 
 

Toda la noche escucho el mar, ola tras ola blanquea la espesura de la playa. El mar no duerme. Tampoco tiene insomnio. Doy un paseo en la madrugada. El plancton brilla en la arena y huellas luminosas aparecen bajo mis pies. Una inmensa taza de té salado y tibio me baña.

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