Té madrugada 121
Mi mamá está delicada de salud y requiere compañía veinticuatro horas al día; hijos, nietos y amigos nos turnamos para estar con ella mientras atraviesa este tiempo denso. La otra noche me metí a su cama y le hice cucharita. Gracias a su tibieza y a su serenidad despertamos ya muy entrada la mañana. Cuando abrí los ojos comprendí que fue ella quien cuidó la tranquilidad de mi sueño y no al revés, como era mi intención.