Té madrugada 110
Escucho el rastro de los animales, el ruido que hacen cuando pastan, su andar nocturno: las hojas de los árboles se sacuden contra mi habitación, que es una tienda de campaña. Si fuera niña estaría muerta de miedo: sola, a media sabana, rodeada de fieras salvajes que deambulan. Pero soy adulta, estoy en África y me siento maravillada. Más quieta que nunca agradezco el milagro de los animales nocturnos que acompañan mi desvelo en Tanzania.