Té madrugada 108

 
 
 

El viento pega sobre una superficie plástica que nos protege del frío de la montaña. A estas alturas es difícil adormecerse porque el cuerpo se alerta ante la falta de aire. Estoy en una bolsa de dormir, quieta, dentro de un capullo de pluma que me mantiene caliente. Afuera todo es enorme: la noche, la espesura, la lejanía, la distancia. Aquí adentro soy una oruga asustada que espera la primera luz de la mañana.

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