Té madrugada 106
En el último viaje compartí habitación con un extraño. Me preguntó antes de dormir si había algo que necesitara saber sobre mí. Pensé en contarle de mi insomnio crónico, del consuelo con una taza de té, de que las noches son larguísimas en los hoteles y más en las habitaciones que comparto, porque no quiero interrumpir el sueño del otro con la luz del baño, el ruido de la cafetera o el de la cadena del escusado. Nada, contesté. ¿De ti? Nada tampoco. Y cada cual se resguardó en los confines de su noche.