Té madrugada 96
La tos de la vecina del otro lado del edificio atraviesa las paredes y llega a nuestro cuarto. Una tos parecida a la de mi madre antes de que dejara de fumar y del cáncer, comentas preocupado; tos de quien ha hecho del tabaco su compañía y no le teme al futuro ni a su sombra en los pulmones. Preparas un té mientras escuchamos cómo se le desgarra la garganta. Estamos a punto de ir a tocar su puerta cuando calla. El remanso nos asusta más que el incremento del acceso. Luego la escuchamos andar y sabemos que es el té de propoleo y menta que bebimos nosotros el que la dejará dormir a ella.