Té madrugada 47

 
 
 

Hay luna llena. Su brillo pasea por todo el mar hasta convertirlo en un diamante plano de destellos suaves. En la madrugada, su reflejo cabe completo en la alberca de la casa en la que habito. Despierto a mi sobrina, que atiende entre dormida y malhumorada mi proyecto. Nos metemos a la alberca. A esa hora el agua hiere, pero llegar lejos tiene sus exigencias. De pronto, por primera vez en nuestras vidas, estamos de pie sobre la luna, conquistando el primero de todos los mundos que hemos imaginado juntas. Sonreímos porque nos creemos la grandeza que inventamos. 

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