Té madrugada 24
La despertó una punzada en el pecho que estalló en dolor. Mientras se tocaba el seno, se abrió el ropero. Salieron los monstruos de la infancia y de la vida adulta, los creados y los reales: no era sólo una pesadilla, el tumor crecía. Lo descubrió una madrugada y desde entonces no ha vuelto a dormir. Me lo cuenta ahora, a partir de que lee estos textos. Yo le pido que cierre el armario y ahuyente a esas creaturas, que confíe. La abrazo con estas palabras que saben a infusión de hierbas y calientan la mañana.