Té madrugada 68

 
 
 

Dicen los que saben que a las tres de la mañana se abren las puertas del cielo, que las abren el esfuerzo de mantenerse despierto y las plegarias, que la voz viaja mejor a través del silencio y que la oscuridad resplandece con las palabras salidas del corazón. Me despierto entonces. La tranquilidad se enciende en el centro de mi pecho.

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