Té madrugada 67

 
 
 

Me despierta una luz anaranjada que se refleja en el pasillo. Me levanto a toda prisa y cuando preguntas qué pasa ya estoy con una toalla tratando de apagar el fuego de una vela que se hizo llamarada. Humedeces una jerga, cubres la mesa de madera chamuscada. Afortunadamente no pasa a mayores y nos quedamos mudos mirando las cenizas del infierno del que nos salvamos.

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