Té madrugada 63

 
 
 

Cuenta una amiga que ella también se despierta todas las madrugadas; no es el por cuerpo del amado ni las dudas, tampoco por la necesidad de escuchar la noche o el deseo de lo sagrado. Me explica que un rayo hirviendo la atraviesa por dentro para luego convertirse en un incendio invisible a la altura del cuello. ¿Bochornos?, pregunto con precaución sabiendo el enojo que provoca el reciente arribo al climaterio. No lo había pensado, contesta ella resignada.  

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