Aretes

 
 

Me encantan los aretes en las orejas. Me gusta usarlos, verlos en otras personas, admirarlos en los aparadores. Qué bonito es ese punto luminoso que alumbra la cara, a pesar de que a algunos caballeros no les guste que sus mujeres los usen porque ocultan el lóbulo e impiden acercarse al sitio que quieren mordisquear. El brillo, el diseño, el material, hablan no sólo del fabricante sino de su portador. Antiguamente los pendientes eran indicadores del lugar económico, político y social que ocupaba su dueño. Aunque hoy en día una ejecutiva en Nueva York usa los mismos aretes que una mujer del mercado en Oaxaca, algo importante dicen sobre quien los lleva.

La costumbre de usar aretes es antigua y generalizada, tanto que en la mayoría de las excavaciones en Egipto, Roma, Grecia, Europa, Asia y América, se han encontrado aretes de todos tipos y materiales. En el Oriente, los aretes son utilizados por ambos sexos, y en Occidente son considerados, más bien, de uso femenino.

Los marineros, comerciantes, piratas, corsarios y todos los que atravesaran con vida los cabos más peligrosos del mundo como el Cabo de Hornos en la Patagonia, Cabo de Buena Esperanza al sur de África, y del de York en Oceanía, se colgaban de una de las orejas un arete en forma de aro, que bien podía ser de latón, hierro, cobre o plata, como medalla. Un hombre con arete era no sólo un tipo temerario sino sobreviviente.

Durante los períodos del Renacimiento y del Barroco la moda de usar un sólo arete se extendió por toda Europa. En el siglo XVII el pintor Vermeer inmortalizó a una joven que se podía distinguir por su arete de perla, aunque por ese entonces el uso de pelucas disminuyó notablemente la atención en los pendientes.

En las tradiciones más antiguas usar aretes en las orejas no era sólo cuestión estética y social, ya que las orejas son también simbólicas. En el mito hindú de Vaishvanara las orejas simbolizan la inteligencia cósmica ya que corresponden a las direcciones del espacio. En China, las orejas grandes son signo de sabiduría e inmortalidad. Lao-Tzu era también llamado el de las largas orejas, y éste era también el caso de otros personajes ilustres y de notoria longevidad, como Buda Maitreya. Según la medicina China, cada oreja tiene 120 puntos de acupuntura que están asociados a diferentes partes del cuerpo. La oreja representa el cuerpo de un feto invertido: el lóbulo corresponde a la cabeza, el interior, al abdomen y el borde externo, a la columna vertebral. En África, la oreja simboliza la parte instintiva. Para los bambaras de Mali, la oreja es un doble símbolo sexual: la parte externa representa el órgano masculino y la parte interna, el femenino.

La perforación de las orejas es una forma muy antigua de simbolizar el compromiso y la apropiación. En el Antiguo Testamento, los esclavos tenían perforados los lóbulos en señal de que pertenecían a su dueño. Los derviches que tomaban los votos de celibato, se perforaban un lóbulo y llevaban un aro para que se les reconociera.

Aunque hoy se han perdido las razones sociales y el significado de usar aretes, portarlos por simple estética es una moda cada vez más extendida en ambos géneros. Los aretes son, en mi opinión, el accesorio más importante en una mujer. Una mujer sin aretes es como un jardín sin flores y éstos, si atendemos bien, dicen precisamente qué tipo de jardín es ella, y en su caso él.

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