18. Leer a H.G. Wells y Justin Trudeau
El escritor británico Herbert George Wells, cuatro veces nominado al Premio Nobel, es conocido como el papá de la ciencia ficción y fue autor de, entre muchas otras obras, La guerra de dos mundos (1898). 40 años después de la publicación de la novela, el entonces actor y futuro director de cine Orson Welles (me encanta la similitud en sus apellidos), da lectura a una adaptación libre de tal escrito la noche de Halloween en 1938. Los ajustes al texto incluían cambio de locación y época, lo que en la narración original sucedía en la Inglaterra victoriana, en la puesta en escena radial sucedía en New Jersey, en el año en curso, en el momento justo de la transmisión. En un formato que simulaba la comunicación de noticias de último momento, se daba cuenta de la explosión del planeta marte del cual se desprendían meteoritos que resultaban ser naves espaciales en las que viajaban seres de extraño y babeante aspecto dispuestos a derrocar a las fuerzas norteamericanas con rayos de calor y gases venenosos. Se dice que cientos de radio escuchas, que llegaron tarde a la transmisión donde se aclaraba que se daría lectura a una obra de ficción, creyeron que se trataba de un hecho real y el pánico colectivo hizo que la estación de policías de New Jersey y New York, donde supuestamente se habían generado los informes, estuvieran saturadas de personas que pedían los defendieran de los supuestos atacantes. Pasados los hechos, en un estudio dirigido por Handley Cantril, de la Universidad de Princeton, se da cuenta de que más de un millón de personas fueron afectadas por la emisión y concluye sobre el enorme poder de los medios de comunicación. Aunque muchos años después Robert Bartholomew de la Universidad de James Cook ha desmentido tal impacto reduciéndolo a menos de un centenar de personas y donde concluye sobre la recreación de los hechos como mucho más impactantes de los hechos en sí. Lo que hoy llamaríamos en sociología de a pie, se trataba de una fake news que generó una leyenda urbana.
Todo esto a cuenta de que hace un par de semanas se habló del avistamiento de UAP Unidentified Aerial Phenomena en el norte del continente americano (nótese el cambio de terminología para ya no decir UFO) que algunos atribuyeron a globos de observación de origen chino y otros, a platillos voladores. El primer ministro del gobierno Candiense, Justin Trudeau, instruyó a las fuerzas militares para que los derrocaran aún antes de saber a ciencia cierta de lo que se trataba. En efecto, se ha confirmado que derribaron globos chinos y se ha dicho, también, que paralelamente abatieron naves extraterrestres que sobrevolaban el territorio. La poca claridad sobre los UAP crea un ambiente que permite el cultivo de cientos de especulaciones que van desde los más alarmantes que confirman la invasión abierta de seres de otros planetas hasta la creación de una cortina de humo para distraernos de otros hechos. Cientos de videos circulan en las redes de avistamientos recientes, del traslado y la custodia de alta seguridad de dichos objetos cuyo parecido con una cisterna plástica es sospechoso.
La conversación sobre ovnis, vida en otros planetas, invasiones enemigas, visitas amigas, si bien se ha avivado, de ninguna manera ha causado revuelo ni pánico. Me impresiona que ni la guerra de Rusia contra Ucrania, ni la posible invasión de seres de otras galaxias nos perturbe ni un poquito. Sorprende e incomoda un poco, sí; escribimos unas líneas, sí; comentamos con algunos y luego volvemos el eterno scroll de Instagram. A veces creo que nuestra piel es tan gruesa y nuestra indiferencia tan grande a lo que sucede que nosotros somos los verdaderos extraterrestres.
Edmée Pardo para Opinión51