15. Leer desde la SEP

 
 

Una de las herramientas más importante que nos puede dar la educación es la lectura. Quienes sabemos leer podemos asomarnos al mundo de manera autónoma, crítica, colaborativa. Quienes sabemos leer no limitamos nuestro entendimiento a una sola fuente, al rumor incandescente, a las palabras del vecino. El entendimiento profundo generalmente genera conciencia y acción. Pero, ¿dónde, cuándo y cómo es que aprendemos a leer?

Se supone que la escuela es el lugar ideal donde aprendemos a leer y que los planes de estudio están organizados para no solo hacernos alfabetas funcionales, sino para hacernos lectores de varias materias. Accedemos al conocimiento del medio, de la historia, de la formación cívica y ética mediante la comprensión lectora. En esa formación lectora, se supone también, que aprendemos a vislumbrar la lógica de una lengua y a escribir. Pero todo eso lamentablemente no sucede en la escuela y se puede comprobar con los bajos niveles de redacción básica y comprensión lectora de quienes terminan la primaria. Razones hay muchas y son viejas, desde la historia del país, la situación de los maestros hasta la particularidad de cada niño. Pero la principal es que la educación forma parte de un debate político entre partidos e intereses que rara vez favorecen el desarrollo del alumnado.

La Nueva Escuela Mexicana es el nombre de la reforma educativa que propone la 4T, que plantea una manera de aprovechamiento y estudio desde un modelo radicalmente distinto y propositivo, con adecuaciones al modo operativo de escuelas y profesorado. El gran problema de esa reforma es que las decisiones políticas que podrían articularlo, la capacitación a los maestros y las condiciones para la implementación no son suficientes. Recordemos que en 2004 se reformó el currículo preescolar, en 2006 el de secundaria, en 2009 el de secundaria, en 2011 se integraron todos en un acuerdo para la articulación de la educación básica. En 2017 hubo un nuevo currículo, que todavía no terminamos de aplicar, y ya estamos frente al proyecto de la nueva escuela donde el alumno pasaría a ser el constructor de su aprendizaje y el maestro es un mero facilitador de recursos para su formación, lo que se conoce en otros lados como aula inversa. Un método que yo en particular uso con los alumnos de nivel doctorado y de capacidades sobresalientes. La pregunta es ¿Tenemos las condiciones para que esto suceda? Para que esta y cualquier otra reforma operar alumnos y maestros debiéramos saber leer y comprender a un nivel de excelencia que no tenemos.

Nada me gustaría más que el modelo de la Nueva Escuela funcionara en todo el país, uno que crea individuos autónomos que después serán ciudadanos participativos. Pero parece que las modificaciones que hace la SEP (cambios directivos, eliminación de institutos, elaboración de libros sin especialistas del método, adecuaciones a la planta docente) no están dirigidas a ello. En este sexenio y los anteriores, para el 2023 y los que siguen, sin importar la nueva reforma o los actores políticos en turno, mi única propuesta es sencilla: saquemos la educación de los debates políticos y asegurémonos de una sola cosa: aprendamos y enseñemos a leer no desde el alfabetismo funcional, enseñemos y aprendamos a leer para hacernos preguntas y no para repetir dogmas, enseñamos y aprendamos a leer para poder dialogar, porque solo con el diálogo vamos a llegar a algún lugar.

Edmée Pardo para Opinión51

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